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Por: Vinatea & Toyama

El candidato laboral ideal

Abundan propuestas que, más bien, provocarían la reducción del empleo.

Ad portas de las elecciones, desde la perspectiva laboral y en base a una lectura de los planes de gobierno, surge la pregunta ¿Existe un candidato o plan laboral ideal? Analicemos.

Los problemas laborales del país son conocidos: alta informalidad (con la pandemia casi ha subido al 80%), subempleo por ingresos (los sueldos en promedio habrían caído en más de 20%), desempleo (se ha duplicado en la pandemia) y escasa protección social (un 80% no tiene seguros regulares en salud y pensiones). Son problemas que nos acompañan por décadas. Sin contar con la crisis sanitaria, junto con la seguridad ciudadana y la corrupción, forman la tríada de problemas más importantes del país. ¿Qué partido político tiene las mejores propuestas en sus planes de gobierno en materia laboral?

Hay propuestas irrazonables de creación de millones de empleos (algunos plantean entre 3 y 5 millones).  Para comenzar, tendríamos que abrir las fronteras para cubrir tanto empleo, el desempleo no supera el millón de peruanos. Además, no se señala cómo se generaría dicho empleo: ¿trabajo temporal creado por el Estado? ¿fomento al sector privado? Sobre lo primero, serían empleos precarios y la estacionalidad no genera sostenibilidad en el mercado laboral.  Ya hemos pasado por esto.

Sobre lo segundo, hay propuestas para reformas legales (pero las leyes no crean empleos), más fiscalizaciones (la coacción no debe ser la regla para formalizar) y flexibilizar el mercado laboral (la menor rigidez no es una solución integral).  Abundan propuestas que, más bien, provocarían la reducción del empleo como prohibir la tercerización de actividades principales, estabilidad laboral para los contratos por horas o mayor participación en las utilidades.

Hay saludables coincidencias en la ayuda a las Mypes y la inversión del Estado para fomentar la formalización o una reforma integral en seguridad social, pero nuevamente, se tratan de propuestas genéricas, no queda claro cómo las Mypes pondrían en planillas a sus trabajadores.  Además, el Estado no tiene el presupuesto como para “crear” o “estimular” el empleo formal que se necesita.

No hay un solo plan que brinde propuestas bastantes aterrizadas ante los reales problemas laborales.  La cultura de informalidad, los escasos incentivos y trabas para la formalización, la baja productividad, el poco interés por el aseguramiento social y la desconexión entre el aula y el centro de trabajo, son urgentes tareas. Tampoco existen propuestas para agilizar la transformación digital en el Estado y las empresas, evitar más destrucción de empleo en las empresas que siguen impactadas por la pandemia y, especialmente, facilitar la inversión privada que es el medio de generar empleo sostenible. Y menos un análisis de lo que está haciendo el Congreso con algunas normas laborales insostenibles.

Esperemos que quienes tengan la responsabilidad, tras ser elegidos, refuercen sus propuestas, cuenten con equipos técnicos adecuados y con el tacto político correcto para poder recuperar el grave retroceso laboral que hemos tenido por la pandemia.  

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