A pesar de todo lo lamentable que el Covid-19 trae, la búsqueda de soluciones a los problemas del día a día trae sorpresas favorables. Lo del trabajo remoto estaba cantado y que los jueces lo adopten también. Creo que lo que viene es una reforma procesal, digámoslo así, “de origen viral”. Es decir, no habrá una comisión de juristas que proponga una nueva ley procesal, casi siempre sin datos objetivos que la sustenten. No. Será la necesidad de mantener “la distancia social”, la que obligará a usar videoconferencias para llevar a cabo audiencias judiciales y, así, cambiar el proceso.
En esta reforma no habrá jueces “robots”, sino jueces de carne y hueso y un proceso con audiencias virtuales. ¿De allí que vendrá? La adaptación del proceso mismo al medio virtual; el uso del expediente digital; el uso de datos e inteligencia artificial y la necesidad de desarrollar destrezas para el litigio virtual, en un ambiente jurisdiccional en el que la interacción personal presencial será la excepción.
He participado en dos reformas procesales laborales, y en ambas hubo que hacer la reforma mediante una ley. La tercera reforma simplemente ocurrirá, y la impulsarán especialistas en tecnología y abogados afines a ella. Y todo por un virus.