El 70% de las empresas considera que tiene problemas para encontrar el talento que necesita.
Publicado en Gestión (06/03/2024)
La calle está difícil. El año pasado el desempleo se incrementó. La cantidad de personas buscando trabajo se incrementó de 4.7% al 5.4% de la Población Económicamente Activa (PEA), impactando especialmente a las microempresas, jóvenes, personas con educación secundaria y los sectores pesca y agricultura, según reportan el BCRP y el INEI.
Cada día crece menos el empleo formal. Se aprecia una desaceleración muy fuerte, pasando de 9.6% en abril de 2022 a 3.1% en abril de 2023, terminando el año pasado en solo 2.3%, según el BCR.
Hay 977 mil trabajadores que están en situación de desempleo, es decir, personas que desean trabajar pero que no encuentran trabajo. Y, de otro lado, 8.28 millones de personas (45.6% de la PEA ocupada) se encuentran subempleadas, es decir, tienen trabajo, pero reciben sueldos por debajo de la canasta básica familiar (subempleo por ingresos) o laboran menos de 35 horas a la semana a pesar de que desean trabajar más horas (subempleo por horas). Solo en Lima Metropolitana, 31% de la población ocupada percibe sueldos menores que la canasta básica familiar.
Por su lado, los Gerentes de Gestión Humana indican que el principal desafío (o problema) que tienen es la escasez de talento. El 70% de las empresas considera que tiene problemas para encontrar el talento que necesita (Manpower) y más del 80% de empresas reporta dificultades para encontrar mano de obra calificada (Axpen).
¿Cómo puede existir escasez de talento en medio del desempleo? Una primera razón tiene que ver con las necesidades que se presentan en el mercado de trabajo en el tiempo. Por ejemplo, en la época de construcción de Camisea, se tuvo que contratar expatriados ante la falta de técnicos (soldadores, por ejemplo). Durante el Covid-19, los profesionales de la salud tenían la más alta demanda del mercado y actualmente las carreras de sistemas, tecnología e informática tienen tanto pedido que se contrata a profesionales que laboran desde sus países (teletrabajo internacional), en un contexto de transformación digital de las empresas.
La otra causa de la escasez de talento es permanente. Desde hace años existe una brecha entre el aula universitaria y el centro de trabajo (inadecuación laboral), entre el perfil del egresado técnico o universitario y las habilidades requeridas por los gerentes de gestión humana. Los procesos de selección se alargan y el reclutamiento en muchas empresas se convierte en uno de los canales que dilatan su desarrollo y hasta su sostenibilidad.
El “talento” sería la capacidad y habilidades que tiene una persona para satisfacer las demandas, cada vez más exigentes, de las empresas. Es cubrir las necesidades que se demandan.
En las aulas universitarias pasamos entre cinco y seis años. Cultura general, ciencias y humanidades, así como el conocimiento específico, la especialidad. Un primer problema se relaciona con la calidad de la educación. Abundan entidades educativas con poca exigencia, profesores no calificados, obsesión por el número de alumnos y titulados antes que la aptitud académica. El resultado es una sobre población de carreras, alto número de técnicos y profesionales con bajas chances de colocación en el mercado y jóvenes que terminan trabajando en otras actividades o migrando del país.
El Estado tiene que intervenir más en la educación, monitoreando la demanda y oferta de trabajo, para segmentar las carreras y promover las especialidades más demandadas, así como limitar las profesiones donde hay demasiados egresados.
Pero el talento demandado, especialmente, tiene que ver con las “habilidades blandas”, esa capacidad de resiliencia, adaptación, mejora continua y generación de valor para la organización. Estos “soft skills” tienen que ver con las emociones y el trabajo en equipo. De hecho, entre el conocimiento técnico, puro y duro, y las habilidades y actitudes para el trabajo, las empresas optan por lo segundo para la promoción y crecimiento. Son muchos los estudios y sondeos donde las habilidades emocionales y comunicacionales superan largamente a los conocimientos técnicos.
¿En dónde se aprenden las habilidades blandas? En mi época, en las relaciones con los compañeros de clases y profesores. Muy pocos colegios, universidades e institutos tienen cursos y programas para desarrollar estas habilidades blandas. Un reto esencial y valor diferenciado de las organizaciones educativas es trabajar en el desarrollo de estas capacidades humanas que terminan elevando no solo la productividad de una organización sino logrando mejores personas para convivir en nuestra sociedad.
Es necesario que el Estado contemple cursos obligatorios en los colegios y universidades para desarrollar las habilidades sociales y emocionales, así como la formación de directivos y gerentes públicos contemple talleres básicos y de profundidad. El Estado también necesita, urgentemente, de talento. Aquí es tan escaso (o quizás más) que en el mercado laboral privado.
Las brechas actualmente las cubren las empresas, los talleres y cursos, así como las familias donde nos toca mucho trabajar para que nuestros hijos y trabajadores puedan cultivar las habilidades emocionales y de relacionamiento y desarrollarse como buenos trabajadores y mejores personas.
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