Las organizaciones que se anticipen y sean más proactivas en reducir la brecha salarial estarán mejor posicionadas para liderar, en un entorno empresarial cada vez más enfocado en la equidad. Magaly Alarcón brinda cinco recomendaciones clave para reducir la brecha salarial de manera eficaz.
Sabemos que existen distintos aspectos en los que no existe igualdad entre mujeres y hombres, pero el aspecto salarial es quizás el de mayor impacto, por la repercusión que tienen en el entorno inmediato de la trabajadora. Según la Encuesta Permanente de Empleo Nacional 2023 del INEI, en el Perú una mujer gana en promedio 25% menos que su par hombre pese a que realizan el mismo trabajo o trabajos de igual valor. Esta diferencia aumenta al 30% cuando analizamos el sector informal. Si tenemos en cuenta que el promedio de los países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) -organización a la cual aspiramos integrar- se sitúa alrededor del 12%, queda claro que aún tenemos un largo camino por recorrer.
Es innegable que la reducción de la brecha salarial continúa siendo un desafío de gestión y los líderes empresariales no pueden ser ajenos a ella. Se requiere de su compromiso para abordar el problema no solo desde la mirada de la responsabilidad ética, sino incluso como una estrategia para mejorar la productividad y la rentabilidad, pues la disparidad salarial afecta la motivación y el compromiso, lo que puede traducirse en la reducción de la eficacia general de la organización. Y a ello se suma que, al limitar el acceso de la fuerza laboral femenina a ciertos trabajos –naturalmente masculinizados y asociados a un mejor pago-, genera que perdamos además la mirada innovadora que nos da la diversidad.
En esa línea, planteamos cinco acciones que sirven para reducir la brecha salarial y que ya han mostrado su eficacia en el logro de ese objetivo:
Aquellas organizaciones que se anticipen y adopten prácticas proactivas estarán mejor posicionadas para liderar en un entorno empresarial cada vez más enfocado en la equidad, no solo porque es “lo correcto” o porque se cumplen con regulaciones específicas que nos evitan sanciones (económicas y reputacionales), sino porque reditúa en una mejor productividad, innovación y, finalmente, en rentabilidad, logrando una ventaja competitiva a largo plazo.
Según el Fondo Económico Mundial la equidad esperada podría llegar entre 55 y 95 años, por lo que la igualdad salarial por género seguirá siendo un tema por solucionar no solo en nuestro país o región, sino a nivel mundial, y seguramente recién los centenials o generación la alfa podrán hablar de real equidad. Por ello, cada acción que tomemos hoy con ese objetivo en mente nos llevará a una mejor situación que la actual.
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