“El Gobierno está regulando para la crisis, pero ahora se requiere priorizar el tránsito hacia la reactivación del empleo”
El solo inicio de la cuarentena (16.03.2020) supuso para un grupo de trabajadores la pérdida inmediata de su empleo (25% de peruanos, según Ipsos). Son trabajadores independientes o informales tales como ambulantes, vendedores, trabajadores de reparto por aplicativo, taxistas, etcétera.
Durante la cuarentena, también han vencido contratos temporales, se han ejecutado periodos de prueba, practicantes se quedaron sin subvención, trabajadores de contratas e intermediación laboral se vieron afectados. A medida que avancen las semanas, el grupo de desempleados seguirá creciendo. Se estima que el virus puede impactar a cerca de 700,000 trabajadores de la PEA privada formal (Apoyo Consultoría).
En el polo opuesto está el grupo de trabajadores que laboran para empresas de servicios esenciales, como energía, alimentación, bancos, farmacias, clínicas, limpieza, seguridad, etcétera. Son personas que trabajan pero que viven con el temor de ser contagiadas. El reto de las empresas en este grupo es brindarles un ambiente seguro (mascarillas, trabajo a distancia, medición de temperatura), así como reconocerles traslados en toque de queda y jornadas extendidas, en algunos casos. Este grupo está viviendo la “nueva normalidad”, aprendiendo lo que supone convivir con el virus, con fuertes protocolos de salud y seguridad.
Un grupo adicional son los trabajadores que laboran desde sus domicilios. El Estado tuvo la agilidad de crear la figura del “trabajo remoto” en vez del teletrabajo, que tenía restricciones. Se calcula que entre el 10% y 15% de la PEA privada está “en remoto”. Esta figura ha llegado para quedarse.
Por otro lado, tenemos al grupo de riesgo donde el virus sería letal: mayores de 60 años o que padecen alguna patología. Estas personas no pueden acudir al centro laboral durante toda la emergencia (hasta el 9 de junio, pero es muy probable que se extienda). Aquí el reto consiste en otorgarles trabajo remoto, considerarlas con licencia con goce de haberes compensable o vacaciones, salvo acuerdos de reducción salarial, suspensión de labores o inclusive término de contratos.
Finalmente, está el grupo de trabajadores que tienen licencia con goce de haberes y vacaciones pero que no vienen laborando. Se estima que dos tercios de estos volverán a laborar tras la cuarentena. Se trata de trabajadores en empresas que pueden, con dificultades seguramente, continuar operando tras la cuarentena o no se han visto seriamente impactadas. Pero un tercio de estos trabajadores está en actividades impactadas seriamente (turismo, restaurantes, hoteles, transporte, construcción civil, gimnasios, espectáculos públicos, discotecas, comercio, centros comerciales, etcétera) y un buen número lamentablemente ha ido perdiendo el empleo. Otro grupo será incluido seguramente en una suspensión temporal de sueldos (hasta el 9 de julio, con posibilidad de prórroga) o tendrá que aceptar reducciones salariales (se observa una media de 20-30% de rebaja remunerativa).
El Gobierno está regulando para la crisis. Ahora se requiere urgentemente regular para la transición del confinamiento a la reactivación del empleo, considerando los diversos tipos de trabajadores y sectores económicos. Son urgentes programas de reconversión laboral, subsidios educativos, asistencia técnica para microempresas, planes de transición para técnicos y profesionales, asesoría en protocolos de sanidad, etcétera.
En esa nueva etapa, será necesario focalizarse en la creación y promoción del empleo, flexibilizando la regulación en sectores con empleo formal, enfatizando en los que no tienen empleo y evitando que la mayor cantidad de empresas se liquide o vaya al Indecopi a un plan concursal de reestructuración de deudas.
Publicado en Diario Gestión.