Como conductas de acoso encontramos las vinculadas a aspectos sexuales o sexistas, que en Perú integran la categoría “acoso sexual”, pero existen otras conductas que buscan, por ejemplo, deteriorar la dignidad de trabajador.
El acoso en los espacios de trabajo es un problema que puede tener graves repercusiones en las organizaciones. Además de afectar el adecuado desarrollo de los trabajadores, así como su salud mental y física, también puede disminuir la productividad, aumentar la rotación, generar la pérdida de talentos, y dañar la reputación de una empresa. Por esta razón, es fundamental que se tomen medidas proactivas para prevenirlo y erradicarlo.
Como conductas de acoso encontramos las vinculadas a aspectos sexuales o sexistas, que en Perú integran la categoría “acoso sexual”, pero existen otras conductas que buscan, por ejemplo, deteriorar la dignidad de trabajador, afectar su posición de valor dentro de la organización, las que encajarían en la categoría del “acoso laboral”. El acoso laboral, a diferencia del acoso sexual, no tiene una regulación tan minuciosa en nuestro país, pero ello no puede traducirse en la inacción. Corresponde que actuemos contra todo comportamiento que genere un quiebre en un entorno de trabajo basado en el respeto.
En esa línea, a continuación, presentamos cinco acciones clave para lograr ese objetivo.
Todos los integrantes de la organización deben saber que el contar con espacios de trabajo seguros y respetuosos es una manifestación básica de los valores corporativos. El primer paso para ejecutarlo es contar con una política de prevención que indique qué se entiende por acoso laboral, tipificar las conductas infractoras, que se explique por qué es una conducta intolerable, cuál es el procedimiento que sigue la denuncia y las instancias respectivas, y cómo se afecta la relación laboral del trabajador infractor.
No basta que la política exista en los documentos de la empresa, sino que es fundamental difundirla de forma efectiva entre los trabajadores, que sea comentada en reuniones de equipo, en talleres de capacitación, etc., sin olvidar las sesiones de inducción para nuevos ingresos. Es clave que todos los integrantes de la organización comprendan y recuerden esta política en su actuar en los equipos de trabajo.
La formación y sensibilización constante sobre el acoso laboral y la importancia del respeto mutuo son esenciales para que los trabajadores a todo nivel estén informados y preparados.
Con tal objetivo, deben organizarse sesiones de capacitación que aborden qué es el acoso, cómo identificarlo y cómo actuar frente a él. Estas sesiones deben ser de fácil comprensión, utilizando ejemplos prácticos de situaciones que se podrían presentar en el día a día, construyendo juntos los escenarios de solución. Debemos tener en cuenta que, si realmente buscamos la interiorización y el cambio cultural, estas acciones deben realizarse con cierta regularidad.
En igual medida, es importante que los líderes de equipos cuenten con habilidades para manejar situaciones complejas, por ello deben contar con una adecuada comunicación asertiva y con capacidades idóneas para la resolución de conflictos, por lo que capacitaciones en estos temas deben ser también parte de su formación.
Hoy la evidencia nos permite sostener que no es un proceso sencillo animarse a presentar una denuncia contra un jefe o un compañero de trabajo. Por ello, para que una persona se sienta segura presentando una denuncia de acoso es indispensable que la organización cuente con canales de denuncia claros y, sobre todo, confidenciales.
Existen diversos métodos para el reporte de las denuncias como es el caso de los buzones de denuncia, plataformas en línea o las líneas de ética. Sin embargo, con independencia del método empleado, lo realmente crucial es que los trabajadores sepan que sus denuncias serán tratadas con seriedad y confidencialidad, y deben tener claro que no habrá represalias por motivar el análisis del caso de acoso denunciado.
La confianza en estos canales es esencial para que los trabajadores se sientan apoyados y protegidos, y se animen a poner sobre la mesa situaciones que el empleador desconoce pero que es necesario gestione.
Una vez recibida una denuncia de acoso, es fundamental que los responsables de su atención tomen acción rápida y eficientemente. Por ello, es necesario que el procedimiento cuente con pautas claras para la investigación, identificando acciones que permitan conocer lo sucedido con claridad e identificando a los responsables de su ejecución (un comité especial, terceros expertos e imparciales, el jefe de reporte inmediato, etc.); y, también los responsables finales de la toma de decisión sobre el caso denunciado (que normalmente es el área de gestión humana).
En esa línea, la investigación de la denuncia debe ser imparcial, objetiva y exhaustiva (sin que pierda rapidez), procurando eliminar sesgos y prejuicios.
Si se determina que ha existido acoso, la empresa debe tomar medidas correctivas inmediatas que, según la gravedad de cada caso, podrán ser desde sanciones a modo de advertencias hasta el despido del infractor, sin dejar de lado además el refuerzo de la formación.
Puede ser que cumplamos con todos los checks al tener nuestras políticas y procedimientos documentados y capacitaciones realizadas, pero no veremos reales avances si nuestra cultura organizacional no trabaja activamente para crear un ambiente de trabajo más armonioso y productivo con eje en el respeto mutuo. Esto puede lograrse mediante iniciativas que reconozcan y recompensen el comportamiento respetuoso y colaborativo, así como mediante la promoción de líderes que sean ejemplo vivo de estos valores. Además, contar con feedback continuo de los trabajadores sobre el clima laboral puede ayudar a identificar y abordar problemas antes de que debamos enfrentar situaciones más complejas.
Como bonus, para tener una cultura basada en respeto, es vital que los líderes demuestren que toman en serio las políticas de prevención y sanción del acoso, dando evidencias con acciones de su compromiso y consistencia.
La prevención del acoso laboral supone una serie de acciones que requieren de inversión de esfuerzos y de recursos, pero sobre todo exige el compromiso continuo de empleadores y trabajadores. Transitar este camino no solo protege a los trabajadores, sino que también fortalece a la organización, promoviendo un entorno de trabajo productivo, pero igualmente seguro y respetuoso, donde todos puedan desarrollarse y contribuir a los objetivos de la organización.
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