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Por: Vinatea & Toyama

¿Aumentar la RMV o reducir la informalidad?

Los esfuerzos públicos y privados deberían focalizarse más en reducir el 78% de informalidad laboral que en incrementar la RMV que solo repercute en el 2% de la fuerza laboral.

En estos días escuchamos comentarios sobre el posible incremento de la remuneración mínima vital (RMV), esto debido a que su análisis por parte del Consejo Nacional de Trabajo (CNT) está programado para este mes; y, en especial, porque, pese al tiempo transcurrido, es una promesa de campaña electoral aún no cumplida por parte del presidente de la República.

Todo incremento remunerativo, sin duda alguna, es recibido por los potenciales beneficiarios con mucho interés y genera altas expectativas; pero, vale la pena tener claro que no representa un incremento uniforme para toda la fuerza laboral, sino que eleva el salario de un colectivo concreto: aquellos que reciben mensualmente S/ 930 brutos. Entonces, teniendo ello más claro, toca preguntarnos ¿cuántos trabajadores serían los realmente beneficiados? Lamentablemente, los datos estadísticos no son muy alentadores. Según el Instituto Peruano de Economía (IPE) este aumento repercute directamente solo en el 2% del total de la fuerza laboral nacional. Con ello la esperanza de mayores ingresos para un grupo importante de peruanos, que influya a su vez en mejores condiciones de vida, que sea un dinamizador de la economía nacional, se desvanece.

Ese 2% no es un número caprichoso, tiene perfecto correlato con nuestro altísimo índice de empleo informal, que según el INEI a junio 2021 alcanzaba al 78%, es decir, casi 8 de cada 10 trabajadores son asalariados informales. Este es precisamente el dato estadístico que debería motivarnos a enfocar y priorizar los esfuerzos compartidos (públicos y privados) para buscar su reducción.

Cierto es que la coyuntura económica asociada a la emergencia sanitaria definitivamente ha influido en la reducción de la formalidad laboral, pero ahora debemos pasar de las excusas y la inacción a buscar soluciones reales para que más trabajadores puedan acceder a un puesto de trabajo formal, pues este no solo da estabilidad, sino que, además, permite el acceso a la cobertura de salud y a la protección previsional, con directa incidencia en la mejora del entorno familiar.

La informalidad se mantendrá o -peor aún- incrementará si no le hacemos frente con medidas que fomenten el sostenimiento del empleo formal y otras que busquen generan puestos de trabajo formales suficientes para la fuerza laboral que aún le es ajena. En ese camino hacia la formalidad no debemos perder de vista a los colectivos que normalmente les cuesta acceder a este tipo de trabajo, como es el caso de las mujeres, los jóvenes y aquellos con menores calificaciones; colectivos que poco beneficio reciben del aumento en la RMV, pues el encarecimiento de la planilla lleva generalmente a su expulsión del trabajo formal, si es que no existen medidas de contención que no afecten la continuidad y productividad del empleador.